Andrólogos: Los ginecólogos de los hombres

Los andrólogos, doctores cuya subespecialidad recién comienza a conocerse en Chile, tratan con los temas más tabús entre los pacientes masculinos, como la infertilidad y las disfunciones sexuales. Hace poco se inauguró la primera unidad clínica dedicada a esta disciplina en el país y aquí sus doctores explican los problemas que llevan a los hombres a sus consultas y cómo ellos están enfrentando los desafíos de la sexualidad moderna.

Andrólogos: Los ginecólogos de los hombres

“Con sólo apretar un botoncito uno vuelve a la cancha, y lo hace de una manera satisfactoria y feliz”, dice César (45), quien arrastraba hace varios años una disfunción eréctil y que hace un mes se operó para recibir una prótesis de pene inflable que soluciona su problema. Hace unos ocho años empezó a notar problemas en la calidad de su erección, pero tuvo que pasar por cinco urólogos antes de llegar a uno que fuera capaz de diagnosticarlo correctamente y derivarlo a un especialista que podía operarlo. Antes de eso, todos le decían que su problema era sicológico y lo mandaban al siquiatra, y aunque por años probó con pastillas, como el Viagra, e inyecciones, no tuvo éxito.
César es parte del 52 por ciento de hombres chilenos que entre los 40 y 70 años presenta algún grado de disfunción eréctil. Para resolver su problema se operó en la recientemente inaugurada Unidad de Andrología de la Red de Salud UC CHRISTUS, la primera en su tipo en nuestro país. Liderada por el urólogo y andrólogo Marcelo Marconi, junto al endocrinólogo Felipe Valenzuela y un equipo interdisciplinario, se enfocan en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades relacionadas con la reproducción y sexualidad masculina.
La andrología es una subespecialidad de la medicina relativamente nueva, con menos de 50 años de historia. Nació en Europa, donde los primeros andrólogos fueron dermatólogos que veían enfermedades venéreas como sífilis y gonorrea, que tienen manifestaciones en la piel. “Algunos de ellos empezaron a interesarse en que muchas de estas enfermedades afectaban la fertilidad y empezaron a enfocarse en estos estudios. En los 90 ya apareció la Academia Europea de Andrología”, explica Marconi. Quienes quieren especializarse en esta área, que aún no se enseña en Chile, son generalmente urólogos, endocrinólogos y ginecólogos que deben hacer una pasantía de dos años y dar un examen para adquirir el título de “andrólogo clínico”.
En nuestro país sólo existen tres especialistas certificados formalmente: Rául Sánchez y Marcelo Marconi (ambos formados en Giessen, Alemania), y Cristian Palma, de Clínica Las Condes (formado en Barcelona, España). El doctor Sánchez, ginecólogo y primer andrólogo chileno, es director del Centro de Medicina Traslacional de la Universidad de la Frontera. Él explica que la andrología, que se preocupa de todo lo concerniente a los problemas de fertilidad y disfunciones sexuales del hombre, ha tenido muy poco desarrollo en el país: “No teníamos suficientes médicos en esta área. Ahora recién con algunos colegas formados en Europa se abre la posibilidad de formar andrólogos en Chile”, afirma. Sin embargo, en el resto de América Latina -especialmente en Argentina-, Europa y América del Norte, es una especialidad reconocida y ya existe una cultura de “pedir hora con el andrólogo”.
Como generalmente los andrólogos son también urólogos, muchos creen que son lo mismo, pero hay diferencias importantes. Mientras que el urólogo tradicional está dedicado a las patologías propias del tracto genito-urinario (por ejemplo, problemas renales como los cálculos y cánceres), el andrólogo evalúa lo asociado a la salud sexual y reproductiva del varón en todas las edades. Por esto se suele decir que los andrólogos son como “los ginecólogos” de los hombres. “Nos fijamos en el contexto general de los pacientes e intentamos darles un apoyo integral, pero sí, si quieres ponerlo así, no es una analogía equivocada”, reconoce Marconi.
“El mayor beneficio de contar con andrólogos está en la prevención, diagnóstico y tratamiento de patologías que han ido en incremento en los últimos años, especialmente por el aumento de edad en la población masculina”, dice Sánchez. El especialista apunta que en América Latina y África el factor masculino en los problemas de fertilidad de la pareja llega hoy al 52 por ciento, sobrepasando por primera vez al femenino.
Infertilidad en alza
Dos cosas juegan en contra del pronto diagnóstico y tratamiento de estas patologías, explica Marconi. Primero, que los hombres son malos para ir al doctor. “Acá a veces llega un tipo de 50 años con disfunción eréctil y la última vez que vio a un doctor es cuando fue al pediatra. Entonces tienes que hacerle todos los exámenes, desde tomarle la presión, ver si es diabético o si tiene el colesterol alto, todos elementos que sí afectan la salud sexual del hombre”.
En segundo lugar está la falta de expertos en el área y las consiguientes malas indicaciones que reciben los pacientes. “Hay muchos lugares donde hay poca seriedad para tratar el tema. Recibimos hombres que según nuestro criterio, y el de las guías clínicas, recibían tratamientos que no eran los más adecuados.
Por ejemplo, dejarle inyecciones para la disfunción eréctil a alguien de 20-25 años”, agrega. Aunque los andrólogos aún no son muy conocidos, los pacientes llegan cada vez más. Algunos piden directamente hora en la página web, dice Marconi, pero buena parte son derivados desde otros especialistas, incluyendo urólogos, endocrinólogos, cardiólogos, siquiatras y, por supuesto, los ginecólogos que trabajan en medicina reproductiva, que ya casi de rutina al detectar un problema en el espermiograma –examen que analiza el semen y los espermios– envían a las parejas de sus pacientes mujeres a hablar con los andrólogos.
La infertilidad es un problema en alza, concuerdan. “Hay evidencia bastante sólida, sobre todo en países nórdicos, de que el hombre ha disminuido su fertilidad y que los parámetros del espermiograma son peores que hace 40 años. Las teorías para esto son varias, entre ellas contaminación ambiental, por plásticos e insecticidas”, explica Marconi. A eso se suma que las mujeres están teniendo su primer hijo cada vez más tarde, cuando son menos fértiles y el semen de sus parejas también ha perdido calidad.
Son varios los exámenes que se hacen para determinar las causas de una infertilidad. Desde una entrevista, examen físico, ecografía de la zona genital y exámenes de sangre, para medir los niveles hormonales, hasta tests genéticos. Pero el principal es el famoso espermiograma, donde los hombres deben colocar en un vaso plástico una muestra de su semen para que sea analizada en un laboratorio. En el Centro Médico San Jorge de la UC, donde se ubica la Unidad de Andrología, hay una sala especialmente acondicionada para esto.
¿Es como en las comedias norteamericanas donde tienen que ver alguna películas o revista porno?
“No, acá no tenemos esas cosas. Se estimulan con la imaginación. Pero hoy en día con los celulares, créeme, que da lo mismo, además los estudios demuestran que cuando el paciente se toma el examen en la casa o durante la actividad sexual la muestra es de mucha mejor calidad. Así que yo los motivo a que se tomen la muestra en la casa y la traigan. Recién después de 40 minutos la temperatura ambiente puede alterar el contenido”, dice Marconi.
De todos los pacientes que analizan diariamente en su unidad, Marconi y Valenzuela explican que aproximadamente en la mitad, al detectar problemas en el espermiograma, encuentran una causa tratable. Las patologías que suelen encontrar son problemas hormonales, infecciones en el semen o la orina y criptorquidia, que es cuando los testículos no bajan. “Muchos hombres que fueron operados para solucionar este problema a fines de los 70 o principios de los 80, cuando tenían entre cinco y ochos años, tienen alteraciones en su fertilidad”, afirma Marconi.
El síndrome de Klinefelter, un trastorno de origen genético que se genera cuando los hombres tienen un cromosoma X extra y que provoca hipogonadismo –ausencia o baja testosterona– también causa infertilidad. Aunque esta condición no es muy conocida, en países donde se analiza en todos los recién nacidos hay una prevalencia de uno en 650 hombres, lo que es una cifra bastante alta. “En gran parte del mundo, donde no hay un examen universal para este síndrome, menos de uno de cada cuatro de estos hombres son diagnosticados y tratados. Del resto, nunca supimos”, dice Valenzuela. En la UC ven de dos a tres pacientes de este tipo al mes, además de un promedio de tres hombres a la semana que presentan azoospermia, que es la ausencia completa de espermatozoides en el semen.
En el otro 50 por ciento de pacientes sin causa conocida de su infertilidad hay distintos tipos de tratamientos con suplementos hormonales y vitaminas que pueden ayudar a mejorar la calidad del espermiograma.
No poder cumplir
El otro caballito de batalla de los andrólogos son las disfunciones sexuales, como problemas en la erección y falta de deseo sexual. Acá las causas son principalmente la disfunción endotelial –que significa que los vasos sanguíneos del pene tienen algún problema para dilatarse y contraerse– e hipogonadismo. “No es cosa de que la persona venga y le demos una pastilla. Se hace una evaluación completa desde el punto de vista hormonal y metabólico, porque además en algunos pacientes la disfunción eréctil puede ser factor predictor de cardiopatía coronaria”, explica Marconi.
Todos los pacientes con disfunción eréctil tienen un tratamiento que depende de la severidad de su situación. Se comienza con mejorar los factores de riesgo, como dejar de fumar, controlar la diabetes e hipertensión, y administrar medicamentos orales. Si eso no funciona está la posibilidad, previo examen, de inyectarse un medicamento cada vez que se va a tener actividad sexual. Si nada de eso resulta, se le puede colocar al paciente un implante, que es una prótesis que va por dentro del pene. “Simula una rigidez que permite la penetración. Sienten el mismo placer, orinan igual y por fuera no se ve nada”, dice Marconi. Ese fue el caso de César, quien dice que su vida cambió totalmente. “La autoestima también se levanta”, dice entre risas.
Sobre la falta de testosterona, que ocurre en pacientes con hipogonadismo y andropausia, Valenzuela hace hincapié en que no se trata de indicar testosterona como si fuera aspirina: “Nos llegan pacientes jóvenes que en algún minuto quieren ser papás, y se les ha ofrecido testosterona, lo que los deja prácticamente infértiles, porque la hormona funciona como anticonceptivo. A esos pacientes hay que ofrecerles medicamentos orales que les ayuden a que su mismo cuerpo produzca testosterona”, explica. Por supuesto tratan también la eyaculación precoz, un problema que afecta a un 30 por ciento de los hombres y no tiene causa específica. “Se trata con antidepresivos para retardar la eyaculación y sicoterapia, lo que funciona en el 90 por ciento de los casos”, explica Marconi.
Chileno exigido
Según los andrólogos, hay tres perfiles de pacientes que llegan a sus consultas. El primero está entre los 25 y 40 años, quiere ser papá y al realizarse un espermiograma el resultado sale malo. Generalmente, van acompañados de su pareja, ya bastante informados y bien abiertos de mente. Ellos abarcan entre el 50 y 60 por ciento de las consultas andrológicas, mientras que un segundo grupo acude por disfunciones sexuales. Los que van por iniciativa propia generalmente lo hacen porque ven una disminución en la calidad de su erección y, en el caso de los que tienen problemas de deseo, los “mandan las señoras porque creen que tienen otra mujer o no entienden que él tenga un problema médico”, dice Marconi. Finalmente, está el paciente que cree que tiene problemas de testosterona, porque está deprimido, duerme mucho y tiene sobrepeso. “Él está convencido de que su problema es la testosterona y quiere que se la recetemos, casi como un elixir de la juventud”, asegura.
Todos estos pacientes investigan en internet y, si pueden, intentan encontrar una solución alternativa o automedicarse antes de acudir al doctor. La mayoría de estos hombres tienen en común ciertos problemas de tipo más sistémico. Valenzuela explica que hay estudios que demuestran que factores como el sobrepeso, la resistencia a la insulina y el colesterol alto, en conjunto con la edad, implican una caída de la testosterona. “Es frecuente ver pacientes con sobrepeso u obesidad, muchas veces también con apnea obstructiva del sueño, que llegan consultando por bajo deseo o una disfunción eréctil, y finalmente pesquisamos una testosterona baja asociada a un problema metabólico significativo”, dice.
Así mismo, y sobre todo en los pacientes jóvenes, está el sedentarismo y el estrés. “Hay estilos de vida con muchas exigencias del trabajo y la familia y esos estresores sicológicos también impactan en el deseo y las disfunciones sexuales”, explica Valenzuela. Bajo los 40 años, el 90 por ciento de los problemas de bajo deseo masculino no son orgánicos sino sicológicos. “Ellos quieren que uno les encuentre la testosterona baja, porque eso significa que hay una solución clara a su problema. Pero eso no es lo que suele suceder, lo que genera frustración. A ellos los derivamos con sicólogos de la Unidad de Sexualidad”, cuenta Marconi.
El hecho de que los hombres estén demandando más este tipo de tratamientos tiene que ver también con un cambio de paradigma y en eso, creen los andrólogos, mucho tienen que ver las mujeres. “Están más empoderadas, a la par del hombre y que exigen mantener una vida sexual plena. Investigan y saben que hay soluciones, entonces les piden a sus parejas que se traten, no se resignan a que ya no están tan jóvenes y no se puede hacer nada”, cuenta Valenzuela.
Además, la influencia de la pornografía y la “contaminación de internet”, dice Marconi, también generan en los hombres expectativas irreales. “La pornografía sobre todo muestra una esfera de la sexualidad que no es real. Yo le digo a mis pacientes que juego fútbol, pero no puedo pretender ser Alexis Sánchez. Ahí tratamos de educarlos y ser comprensivos con su problema”.
Para el futuro, la expectativa de estos doctores es que la especialidad crezca en demanda y comience a enseñarse en Chile para que el andrólogo sea una especie de médico de cabecera y vea la salud masculina integralmente. “Mi impresión es que en algún minuto va a desarrollarse hacia allá”, dice Marconi. Para César, que esta semana fue a su primer control postoperatorio, asesorarse con el especialista correcto hace la diferencia. “Cuando confías en tu doctor te sacas una mochila muy pesada de la espalda: Me di cuenta de que la mayoría de los médicos que vi no tenían las herramientas para hacer bien el trabajo. Si hubiera sabido antes lo que sé hoy, me habría operado hace años. Yo le digo a los hombres que se asesoren con profesionales serios y no lo duden”.

En qué fijarse
Problemas de erección: Si un paciente se levanta en la mañana con la vejiga llena y tiene una erección, pero no la consigue cuando está con su pareja, el problema probablemente es sicológico y no orgánico.
Fertilidad: Hay que esperar un año a ver si se produce el embarazo de forma espontánea antes de consultar. De existir antecedentes previos, como criptorquidia, cirugía por cáncer de testículo y haber recibido algún tipo de quimio o radioterapia, se puede hacer exámenes antes.
Dónde están los riesgos
Mitos: Ni andar en bicicleta, ni ocupar calzoncillos apretados, ni llevar el celular en los bolsillos está demostrado que tengan alguna incidencia significativa en la fertilidad.
Sí afecta la fertilidad masculina: Exponerse demasiado a calores extremos (como saunas), el consumo de tabaco, marihuana y alcohol en altas cantidades.
Provocan disfunción eréctil: El uso de antisicóticos y algunos fármacos contra la depresión, hipertensión arterial, antiácidos y para la caída del pelo.

fuente:  http://www.latercera.com/noticia/andrologos-los-ginecologos-los-hombres/

Comentarios

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